sábado, 25 de julio de 2009
Capítulo 6
Dediqué la semana a obtener información de mis amigas. Tan estúpida soy que ni se me ocurrió pedirle su número de teléfono. Cada palabra, cada cosa que me contaban, iba haciendo crecer en mi un gran interés hacia él. Mi ilusión por conocerle se acrecentaba por momentos.
Para mi nunca existió el amor, sino las ilusiones que se formaban en mi mente haciéndome creer lo que no existía, haciéndome ver lo que nunca sucedió. Así día tras día alimentaba el sueño de una noche de primavera junto a un chico maravilloso.
Pero no todo era tan perfecto. Cuando bajaba al mundo real solo intentaba salir. En esa época lo único que me interesaba era evadirme del mundo real para huir al imaginario. Sabía que algo andaba mal. Desde hacía mucho todo estaba patas arriba. Si bien no existía ningún problema con mis amigas, yo los veía a cientos. Discutía a menudo con ellas por cosas sin sentido y me molestaba cualquier cosa aún sabiendo que era algo sin importancia. De un pequeño problema hacía un mundo, supongo que como cualquier adolescente, pero yo nunca fui como una adolescente cualquiera, siempre llegué al límite, ¿siempre llegué? siempre llego, perdón.
Maldita la imaginación que me hizo ver fantasmas donde ni siquiera había sábanas. Intentaba aferrarme a la idea de que Eloy había aparecido para salvarme de mi desgana y hacerme ver que el mundo es mejor de lo que pensamos. O mejor explicado, de lo que yo pensaba. Que mi vida tenía un sentido por mucho que yo me negara a verlo y que el amor no se basaba en invenciones sino en sentimientos puros y hermosos tan claros como el agua que baja por los riachuelos perdidos en las montañas cubiertas por blanca y suave nieve derritiéndose.
A lo largo de la semana recopilé información suficiente como para parecer un espía de la CIA. Eloy estudió desde los 10 años en un colegio de Madrid (en los pueblos mucha gente opta por ofrecerle una mejor educación a sus hijos puesto que la mayoría de las veces, y este es el caso, había necesidad de trasladarse cada día a otra localidad para poder ir a clase puesto que carecíamos de institutos y colegios en el pueblo). Tenía la selectividad aprobada e intento estudiar primer año de derecho como su padre siempre había querido, pero en menos de medio curso se cansó, decidió que eso no era lo suyo y dejó la carrera. Por lo visto no venía mucho al pueblo, prácticamente tan solo los veranos, porque aunque sus padres vivían en él, el se quedaba en Madrid con sus abuelos maternos mientras que estos iban a visitarle de vez en cuando. Es comprensible que no quisiera venir, total cuando no hay un puente o alguna fiesta especial esto parece un pueblo fantasma, sobre todo en invierno, cuando como mucho nos podemos juntar veinte o treinta personas jóvenes, que si hablamos de ancianos las cifras llegan a varios cientos pero lo que hacía falta era juventud para animar la vida del solitario y viejo pueblo perdido de la Siberia Extremeña.
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Espero el séptimo capítulo
ResponderEliminarSigo leyendo...soy la chica que se enteró por tuenti hoy xDD
ResponderEliminarme pasa lo mismo que a Carol en este capítulo...evadirme del mundo real es lo únio que acalla el dolor... por cierto empecé a leer hoy y ya le cojí el hilo al capítulo 14!!!
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