domingo, 17 de mayo de 2009

Capítulo 3

-¿Quién es?- pregunté intrigada por la seguridad con la que Sara me confirmó que la mirada de aquel chico iba dirigida a mi.
-Espera ahora le ves- seguimos bailando y disimuladamente nos cruzamos.
-¿Estás segura? Yo no veo a nadie.
-¿No le ves? Mira disimuladamente hacia el final de la barra.- dirigí una descarada mirada hacia donde me indicaba Sara mientras ella me propinaba un codazo en las costillas - ¡Ay!- me quejé.
-¡He dicho disimuladamente, no que mires a bocajarro!

Yo ya no la escuchaba, en ese momento me parecía que un milagro había atendido a mis súplicas. Ahí estaba él, mirando como bailaba, sin apartar la vista de mi mientras apuraba su copa de un trago. Dejamos de bailar y nos fuimos a la mesa donde estaban nuestras cosas, ya llegaban el resto de mis amigas. Comenzamos a hablar y a hacer tonterías. Desde niña nunca había tenido la sensación de tener amigos, no amigos de verdad. Incluso ahora de todos los amigos que puedo tener, solo soy capaz de confiar en dos o tres, los que se abrieron a mi desde un principio y nunca perdieron la esperanza de que en algún momento yo abriría mi corazón para ellos. Los demás tan solo son compañeros de fiesta, del instituto, de trabajo... Personas transitorias en mi vida que van cambiando. Aparecen, desaparecen, algunos vuelven y a otros no los volveré a ver. Amigos por conveniencia como se suele decir, o personas que, aún cayéndome bien, soy consciente que con ellas no tengo nada en común. Intenté desenredarme de la discusión que se había formado entorno a que íbamos a hacer esa noche, porque el día siguiente era el último de Sara en el pueblo, irónicamente ella era la única a la que le daba igual. Así pues la aparté hacia un rincón para poder hablar con ella a solas un instante.

-Sarita, cielo ¿llevaba mucho tiempo viendo como hacemos el ridículo?
-¿Quién?
-No te hagas la tonta, ¡Quién va a ser! El de la barra.
-El suficiente, creo ¿sois amigos?
-¿Amigos?
-¡Si! Tu y Eloy. Es que nunca os he visto juntos, vamos en realidad a el casi nunca le he visto. El chico no está nada mal, si no lo quieres me lo quedo.
-Primero, no, le he conocido hoy. Segundo deja de decir tonterías. Y tercero, el chaval no es un juguete.
-¿En serio tú le has conocido esta tarde? ¿Tú miss relaciones públicas?- como siempre he vivido en el pueblo y gracias a que mis primos mayores solían cuidarme cuando era pequeña conozco a casi toda la gente del pueblo. Pero ese chico en aquellos momentos me había dejado trastornada.
-Si, deja el tema anda y vete a ver que están tramando estas mientras yo voy por una copa.

A veces me gustaría matar a Sara con mis propias manos, casi siempre me encantaba esa manera que tenía de enfrentarse al mundo riéndose de todo, pero casi siempre no es siempre, y menos cuando estaba en medio de una crisis mental por mi abandono de imaginación que parecía haberse ido de vacaciones con eso de que era fiesta. Volví a mirar hacia donde se encontraba él, bastante gente se hallaba de por medio y cada uno estábamos en una punta de la discoteca pero aún así conseguía verle y él también podía verme con facilidad. De nuevo le encontré mirándome. Ahí estaba, el misterioso chico de esa tarde, mirándome. El chico que al fin tenía nombre y me encantaba, no dejaba de repetirlo mentalmente "Eloy, Eloy, Eloy..." me gustaba como sonaba. Nuestras miradas se cruzaron y ninguno de los apartaba la vista del otro. Era como un duelo y he de reconocer que me encantaba. Intenté buscar excusas para hablar con él pero por mucho que daba vueltas indagando en mi cabeza esta no respondía. "¿Por qué me abandonaba así ahora? ¿dónde se metía mi imaginación cuando la necesitaba?" Era lo único que no dejaba de repetirme, mi imaginación siempre fue ilimitada. Ya en el colegio la maestra, cansada de mis historias y mis aventuras imaginarias fue a hablar con mis padres para comunicarles que necesitaba actividades extraescolares para calmar mi exceso de imaginación. Así pues, finalmente reuní el valor suficiente que necesitaba para acercarme a Eloy. No se como lo hice, quizá fuera la música, las luces y seguramente también tomó parte el alcohol ingerido antes lo que me empujó a acercarme a él sin ningún pretexto. Me coloqué a su lado y le indiqué al camarero que me pusiera otra copa de lo mismo que estaba tomando. Eloy parecía estar en medio de una interesante conversación con un amigo. Eso me dio algunas esperanzas, fui a saludar levemente a su acompañante. No quería mostrar interés alguno por él por lo que no podía desvelar que conocía su nombre. No quería que pensase que había estado rebuscando haciendo preguntas sobre él y realmente no lo había hecho, aunque no había sido por falta de ganas.

-Parece que volvemos a encontrarnos.
-Ah, tu eres el chico de esta tarde ¿no? Si, bueno, eso parece.
-Creo que no me he presentado, mi nombre es Eloy- me dio dos besos, dos besos encantadores y lo extraño o el encanto del momento, según se mire, lo rompió el camarero trayéndome la copa indicándome el comienzo de la barra a la par que me decía que un chico que estaba allí ya la había pagado.

Eloy entre tanto no apartaba la vista de mi ni un momento. Algo que me ponía muy nerviosa y por lo que estaba totalmente agradecida a la oscuridad de la discoteca que ocultaba mis sonrojadas mejillas.

-Adiós Eloy- al ver la cara que se le quedaba pude adivinar que en su mente se trazaba una batalla buscando un tema con el que sacar alguna conversación.
Supongo que le dejé perplejo esperando que fuera yo la que continuara hablando con él. Tampoco quería hacerme ilusiones, ya bastante difícil me había resultado mi anterior relación como para estropearlo todo ahora que comenzaba a superarlo. Yo y mis relaciones, lo que viene siendo el tema yo y el amor es un desastre. Algún día si me decido escribiré un libro titulado "Los desastres amorosos de Carolina" tomos del uno al mil separados cronológica o alfabéticamente, ya lo decidiré, de todos los chicos que han llegado a pasar por mi cabeza. Con esto no digo que me enamore cada dos por tres de todos los chicos que entran en mi vida pero si es verdad que hace falta muy poco para conseguir que lo deje todo por alguien. Quizá sea demasiado apasionada, mejor dicho, vamos a dejarlo sin el quizá.