lunes, 7 de septiembre de 2009
Capítulo 14
Era jueves y por lo tanto un gran día de fiesta e la ciudad, en mi pueblo un jueves la gente estaría acostada a las diez de la noche pero allí los jóvenes se lanzaban a las calles a comenzar su fin de semana. Me encontré con mis amigos en la plaza, únicamente conseguimos aprobar para junio cinco de nuestro grupo de amigos del pueblo, tres debían ir a recuperación en septiembre y los demás eran mayores o menores junto con otros tantos que habían dejado sus estudios antes de obtener el graduado o que llegaron a él y después buscaron trabajo. En los pueblos la mayoría de las veces es así, la gente no siempre anda bien de dinero y se puede costear los estudios y luego están aquellos que simplemente no estudian porque prefieren trabajar. Por lo tanto, los pocos que estábamos nos encaminamos a una discoteca que había en el centro. Una vez allí dieron comienzo a la fiesta, yo no podía beber, mi estómago no dejaba de advertirme que con una copa podía hacer que expulsara hasta el café de la noche anterior, tampoco es que hubiera ingerido mucho más.
A pesar de mi malestar , la noche fue muy bien, nos reímos, bailamos y hablamos como si yo nunca me hubiera ausentado, como hacía dos meses que no sucedía. Me divertí tanto que no quería volver a casa, pero la noche llegaba a su fin. Mi mareo había aumentado en consecuencia de mi inquietud por no haber parado en toda la noche -o eso pensé yo- todos nos alojábamos por la misma zona. Nico, Rubén y Blanca en un hotel que no quedaba muy lejos del piso de mi tía, es más, tenían que pasar por mi calle para llegar hasta él y Carlota tenía que coger una desviación poco antes. Parecía que ya íbamos a casa cuando paramos en la puerta de un local que tenía buena pinta, en la puerta había muchos adolescentes y a todos parecía gustarles. El Pub se encontraba bajando unas escaleras, era el sótano de un bar en el que entraban personas con algo más de edad. Nico y Rubén nos propusieron entrar a tomar algo.
-¡Venga no seáis aburridas!- decía Nico con el propósito de convencernos a Blanca, a Carlota y a mi.
-Vamos a tomar la penúltima- le acompañaba Rubén, y todas le miramos con cara de cansancio- Nunca se dice la última así que siempre es la penúltima, ¡Porfa solo una copa y nos vamos!
Así pues todos bajamos a tomar otra más. El Pub era pequeño y se encontraba abarrotado, casi no había forma de abrirse paso entre los jóvenes, lleno de humo y con luces de neón que creía que harían reventar mi cabeza.
Accedí a tomarme una copa por si ayudaba a mis dolores de cabeza y hacían que me evadiera un poco de los nervios que tenía. Finalmente no fue una copa sino dos o tres y cuando por fin salimos a la calle sentí un frío horrible, iba en manga corta -cosa que a finales de junio es bastante normal- y vaqueros. Sentí como si fuera a caerme y me apoyé sobre Carlota. Tengo vagos recuerdos de lo que sucedió, muchas voces, un dolor intenso que no sabía de que parte de mi cuerpo procedía, imágenes borrosas, recuerdos sin sentido alguno que no era capaz de ordenar en mi cabeza. Después llegan más cosas a mi memoria, más voces, todas distintas, algunos gritos y órdenes, gente que me hablaba y a los que yo no podía contestar, angustia, luces, dolor, sentir estar atada, algo punzante en mi brazo, mi garganta extraña, agobio, los recuerdos se pierden, van y vienen, recuerdo estar muy quieta, nerviosa por no poder responder a toda esa gente y no poder hablar para preguntar que ocurría y solo permanecía la sensación de cansancio, cansancio de estudiar, de pensar, de soñar, incluso de vivir.
Y llegó el momento en el que escuché muchas voces, voces que no conocía y finalmente escuché a mamá gritar. ¿Ya estaba en casa?
viernes, 4 de septiembre de 2009
Capítulo 13
-Lo sucedido aquella noche, y que te habías enrollado con él en semana santa. Le dije que no creía que estuvieras así por eso, yo se que tu eres mucho más fuerte. Que puede ser uno de los motivos de por qué estás así pero no el principal, estoy segura de que pasa algo más y si no nos lo has contado debe ser por que para tí es algo importante o que no puedes contarlo. Solo te voy a decir al respecto que aquí tienes tres amigos que te van a apoyar indefinidamente y no necesitamos explicaciones para estar a tu lado.
-Vas a ser una gran psicóloga.- no se lo dije para cambiar de tema, bueno en parte si, pero lo dije dulcemente, para que se quedara tranquila.- de verdad agradezco mucho tu interés Carlota.
-Y no solo es eso, has adelgazado demasiado ¿es que no comes? Además estás todo el santo día nerviosa, no paras de moverte y tienes las manos destrozadas de morderte las uñas ¡Miraté!
Lo que yo sabía que decía con cariño eran dagas clavadas en mi pecho. Como si me vertiesen un jarro de agua helada por encima, yo no quería asumir mis problemas, yo era feliz en mi mundo, yo quería recuperar mi mundo infantil. Cada persona es un mundo a parte y cada mundo de esos tiene un cielo y un infierno. Yo estaba en mi infierno interior.
-Ya sabes que con los estudios me extreso y no puedo comer pero en cuanto termine todo comenzaré a cuidarme más- dije para quitar hierro al asunto.
-Por tu bien espero que sea verdad, si no tendré que encargarme yo de hacer que te cuides.
-¿Es una amenaza?
-No, solo un aviso de una futura psicóloga.
-Te creo.
Comenzamos a bromear durante el resto del tiempo que estuvimos juntas siendo consciente de que, como otras muchas veces, había vuelto a hacer promesas sin saber si las podría cumplir.
La selectividad me salió muy bien, salí emocionada, a diferencia de en muchos exámenes en el pasado, estaba segura de que había aprobado y me producía una satisfacción infinita. Mis amigas decidieron ir a celebrarlo y yo me uniría a ellas después, estaba agotada y necesitaba dormir un par de horas y darme un buen baño antes de comenzar las celebraciones. Me tumbé sobre la cama en casa de tía Alicia con la mirada perdida en alguna parte de la habitación, dando vueltas por esa enorme cama de matrimonio que tenía en la habitación de invitados. Me pude tirar así una hora y pese a mis intentos de relajación, las ovejas que conté y la tila que me tomé no conseuía dormir así que me di el baño que me había prometido a mi misma anteriormente y tomé dos o tres estimulantes para no quedarme dormida mientras estaba de fiesta mientras me arreglaba para salir. No me encontraba muy bien, sentía una sensación de mareo pero ya llevaba varios días así y la achaqué a los nervios de los exámenes y al estado de euforia que poseía por el fin de todo el suplicio que había pasado los últimos días.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Capítulo 12
A penas quedaban unas horas para el examen de selectividad. Había tenido que ir hasta la ciudad más cercana al pueblo ya que en este no se realiza dicho examen. El alojamiento no había sido un problema, me quedaba en casa de tía Alicia y estaba encantada con ello. Mi tía vivía sola y pasaba prácticamente todo el día trabajando en el hospital, así podía gozar de la casa para mi sola sin preocuparme por nada. Me encantaba estar con ella, aunque no la viera mucho siempre hubo una conexión especial entre nosotras dos. Yo la envidiaba, me encantaba su vida, su trabajo, su casa. Si me hubiera pedido que me quedara allí a vivir hubiera accedido sin miramientos. Era perfecta. Pasé estudiando todo el día y decidí salir a pasear por la noche. Me gustaban las luces de la ciudad, lo viva que era la noche en comparación a mi pequeño pueblo desierto de otoño a primavera. Paseé durante largo rato por las calles que miles de veces ya había recorrido de niña cuando veraneaba allí. Que ironía, la gente de las ciudades siempre anhela la tranquilidad de los pueblos y escapar de la rutina diaria mientras que nosotros deseamos ir a las ciudades para escapar de la monotonía y la tranquilidad del pueblo. Pensé en llamar a Carlota y a los demás. Car se alojaba con unos amigos de sus padres no muy lejos de donde yo me encontraba. Pasé a buscarla y quiso venir conmigo a tomar algo. El resto prefirió quedarse estudiando, no era de extrañar que quisieran estudiar, al día siguiente teníamos el examen.
Fuimos a un pequeño bar que me había gustado la última vez que estuve en la ciudad, no recordaba muy bien como ir pero tampoco nos costó demasiado encontrarlo. Estaba medio perdido, a las afueras -siempre me gustaron los sitios alejados del mundo-, nos pedimos unas coca-colas y nos sentamos en una mesa. Era un lugar fantástico, tranquilo, con cuadros en las paredes de artistas que yo conocía y que a la mayoría de las personas ni les sonaría el nombre. En el ambiente se podía respirar el olor de las acuarelas colgadas por las paredes, el local albergaba la vida de decenas de artistas que dejaban entrever la belleza de sus almas en forma de pinturas...
-Me gusta este sitio, ¿vienes mucho por aquí?
-La verdad es que solo he venido una vez, pero me apetecía volver.-después de tanto tiempo no sabía como hablar con ella. No es que hubiera dejado de hablar con mis amigas totalmente, pero nuestras conversaciones se habían limitado a los estudios y algún que otro detalle que me contaban sobre cuando salían los fines de semana, cosas irrelevantes.
-Extrañaba mucho esto.
-¿El qué?- pregunté haciendo que no había escuchado.
-Decía que ya no recordaba lo que es tomar algo contigo, últimamente has estado ausente. Supuse que necesitabas tiempo y tenías mucha presión con la selectividad.
-Si estaba un poco abrumada con los exámenes y decidiendo que iba a estudiar.
-¿En serio? ¿Y que has decidido?
Esa era una buena pregunta, no había pensado nada aún. Estaba matándome a estudiar para hacer algo que desconocía.
-Pues todavía no he tomado una decisión, me gustaría tener las cosas tan claras como tú.
-Si yo tuve siempre muy claro que la persona más adecuada para tratar a un loco era una que lo estuviese. La psicología siempre fue mi punto débil -dio una larga calada a su cigarro y volvió al tema de antes- Carolina, no quiero entrometerme en tu vida, pero este tiempo de atrás no he sido la única que se ha preocupado por ti. Adriana lleva llamándome desde semana santa haciéndome preguntas para saber si estás bien e incluso Joni me ha llamado. ¿Por qué no los coges el teléfono? No quiero que te enfades con él, pero me comentó por encima lo que sucedió con Eloy -yo debía tener una expresión entre asustada y con ganas de vomitar porque comenzaba a sentir graves mareos -Deja de mirar me así, no lo sabe nadie más, ni siquiera se lo dije a Adri, además creí que la dolería si se lo contaba yo antes de escucharlo de ti.
-¿Pe-pero qué te dijo Jonathan exactamente?
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